LOS CÓDIGOS DE
MIGUEL
EN EL PRINCIPIO DE
Cognocimiento del Hijo del Hombre
ERA EL ANCIANO DE LOS DÍAS:
El que encarnó y se hizo hombre en este planeta, para compartir
su Divinidad con la
humanidad terrestre; así lo cifró en su escritura de Juan 1:1-4,9-14: “En el Principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el Principio con Dios… ” Y este Principio es pasa, la que escribió para siempre estas letras-palabras, las cuales no son vocablos y sí modelos del Pensamiento Original de las humanidades que fueron engendradas dentro del Verbo: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres…” El Verbo: un argumento imaginario para este mundo irreal y quienes nunca se detuvieron a medir el valor de esta aseveración tan detallada y precisa del Origen
del todo humano y Universal, porque la vida fue y es manifestada
dentro de ese
Poder inmedible que vemos, testificamos, sin conocer El Padre de todas las Luces, que ahora en esta Verdad Eterna, conocemos, identificamos plenamente, porque ha llegado el momento tan esperado para los Hijos de entienden que: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella…” porque la luz no es lo que vemos como brillo en nuestros ojos, pues hay ciegos que tienen mayor luz dentro de sus corazones, que las de una ciudad de
este mundo: “Y respondiendo Jesús, les dijo: Id,
haced saber a Juan lo que habéis visto
y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí…” (Lucas 7:22,23). Esa Luz está entonces en tener comunión con andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos mentiroso ante nos engañamos, en tanto el Origen del que venimos, en el que fuimos creados y hacia el que caminamos: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho…”
Por esto, la mentira del hombre está cimentada en su mundo de
ignorancia, al desconocer
¿Qué es el hombre? ¿Quién lo Creó? ¿Cuál es su razón de ser? “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios…” Este es el principio inherente al Verbo de Vida, que los profetas de Luz anunciaron, para que el hombre tenga comunión verdadera con el Padre y el Hijo, Jesucristo, el Principio Ser del Hombre: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad…”
Pero el Verbo, durante los tiempos de la tierra que pasaron, no fue
reconocido en su
naturaleza espiritual, fue desconocido por los humanos que desconocen, que antes de la existencia en esta tierra, la creación se hizo para ellos en Él, no se interesaron en contener lo que es propio; desde antes de Ser: “pero el mundo no le conoció. A los suyos vino, y no le recibieron…” entonces… para despertarles y devolverles su pertenencia, se muestra ya en el tiempo que concluye, como Fuerza dentro de Sí: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán...” Establece su Voluntad como el Poder Interior que ve y siente la conexión, la unidad de despierta cuando el mundo donde el hombre creció, desaparece para siempre del horizonte del espíritu. Se muestra cuando se cumplen las señales del cierre de los tiempos, que nunca jamás volverán: “Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” (Hechos 2:17-21).
Y el Verbo, siendo el Poder Absoluto en el cual se Creó el Todo, tiene
la propiedad de
hacerse carne como perfección, esto es en el Anciano de Días, como el Profeta Daniel 7:9,10 conoció hace 2500 años en Babilonia: “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos… ” Es desde el Juez que se manifiesta con todo su Poder y Gloria en el hijo del hombre, abre su consciencia -los libros abiertos- y levanta su espíritu para que no se pierda más,
tenga Vida Eterna en quien
conoce y vive en el Hijo Unigénito, el Verbo de Días -el
Cristo siempre- que está dentro de él como Juan 12:34.35 nos pauta para este momento: “Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.” Así nace y se forja Hijo del Hombre: en el crisol de vida del planeta y se templa en el fuego del Espíritu; es el que Daniel en ese tiempo identificó llegaría
hoy frente al Anciano de
Días: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes
del cielo venía uno como un hijo de hombre –la manada pequeña- que vino hasta el Anciano de Días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio -Verbo-, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio –Yo Soy- es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.
Este Hijo de la humanidad actual, es el que llega al perfeccionamiento
de su espíritu por
del Espíritu, esa Fuerza que el Evangelio y el Mensaje de Shielho le hacen alcanzar para unión con el Señor, el que Juan, el Apóstol, identifica en el Apocalipsis 1:10-17: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: no temas; Yo Soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Señor que se hace presente en el final de los días; viene cuando el Hijo del Hombre está levantado, reconoce su Cristo Interior y se une a él derrotando para siempre las tinieblas, al Dragón como vio Daniel que sería hoy: “Y veía yo que este cuerno -Salomón- hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de Días –en Verbo Interior-, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.” Porque el Anciano de Días ya en el final de los días que son hoy, en este tiempo de juzgamiento y por culpa de quienes adoran al dragón, está impedido de salvarlos; esto advirtió el Apocalipsis 9:20,21: “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de
bronce, de piedra y de madera, las cuales no
pueden ver, ni oír, ni andar;
y no se arrepintieron de sus homicidios, sus hechicerías, su fornicación, ni de sus hurtos.”
No pueden ser salvados de la destrucción que ellos mismos eligieron,
quienes rechacen
el pan de vida final, quienes sigan a la sinagoga y su dragón Salomón: “Y Jesús les dijo: de cierto, de cierto os digo: no os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del Shielho. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del Shielho y da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del Shielho, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del
Padre, el que me envió: que de
todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite
en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga Vida Eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:32-40.
Así, el Anciano de Días bajó a la tierra como Jesús, el pan del
Shielho; vino a la
humanidad y los suyos no le recibieron; le desconocieron, pero ahora que se acerca su Segunda Venida, es necesario que andéis llenos del conocimiento en toda sabiduría e inteligencia espiritual, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda Creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los Shielhos y la tierra, visibles e invisibles; sean Tronos, Dominios, Principados, Potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas en Él subsisten; y Él es la cabeza del cuerpo que es el Verbo Interior, el Principio Primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud, y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como en los Shielhos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de Él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro” (Colosenses 1).
Jesús es la puerta de las ovejas. Todos los que antes de él vinieron
con sus religiones
del Sinaí y sus creencias de Roma, ladrones y salteadores son; por esto no los oyeron las ovejas que conocen al Principio de “Yo Soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. Salomón el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil –en mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida
–muerte en la cruz judía-,
para volverla a tomar –la resurrección en este Tercer Día-. Nadie
me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10).
Ahora Hijos del Hombre: recordad cuanto estuve con vosotros: “los once
discípulos se
fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y me acerqué y les hablé diciendo: “Toda potestad me es dada en el Shielho y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 29: 16-20).
Este es el mensaje que enviamos y anunciamos por vez final: Dios es
luz y ningunas
tinieblas hay en Él: ningún Orden Mundial o su tercer templo de Salomón; AHORA ESTOY CON VOSOTROS: Ha llegado el momento en que se rompen las barreras. No habrá una iglesia que impere, no habrá dos religiones que rivalicen, no habrá tres hombres que dominen, no habrá cuatro gobiernos que esclavicen, no habrá cinco dioses que dobleguen la dignidad de los hombres… Ya no habrá seis naciones que sometan la mente del hombre; ESTÁIS EN EL JUICIO FINAL.
Plaza de San Pedro, Roma 18 de octubre del 2008
EL PRINCIPIO DE LOS HOMBRES
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