lunes, 2 de julio de 2012

LOS CÓDIGOS DE MIGUEL - "EN EL PRINCIPIO DE LA HUMANIDAD" - Cognocimiento del Hijo del Hombre


LOS CÓDIGOS DE MIGUEL
         EN EL PRINCIPIO DE LA HUMANIDAD
                                 Cognocimiento del Hijo del Hombre

ERA EL ANCIANO DE LOS DÍAS:
 El que encarnó y se hizo hombre en este planeta, para compartir su Divinidad con la 
humanidad terrestre; así lo cifró en su escritura de Juan 1:1-4,9-14: “En el Principio era 
el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el Principio con Dios…
Y este Principio es la Voz de la Verdad Eterna, que está dentro del Todo que nunca 
pasa, la que escribió para siempre estas letras-palabras, las cuales no son vocablos
y sí modelos del Pensamiento  Original de las humanidades que fueron engendradas 
dentro del Verbo: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha 
sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres…” 
El Verbo: un argumento imaginario para este mundo irreal y quienes nunca se 
 detuvieron a medir el valor de esta aseveración tan detallada y precisa del Origen 
del todo humano y Universal, porque la vida fue y es manifestada dentro de ese 
Poder inmedible que vemos, testificamos, sin conocer la Eternidad, la cual es con 
El Padre de todas las Luces, que ahora en esta Verdad Eterna, conocemos, 
 identificamos plenamente, porque ha llegado el momento tan esperado para los 
 Hijos de la Luz Sin Fin, los que habitando este mundo de oscuridad de consciencia, 
entienden que: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra 
ella…”  porque la luz no es lo que vemos como brillo en nuestros ojos, pues hay
 ciegos que tienen mayor luz dentro de sus corazones, que las de una ciudad de 
este mundo: “Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto 
y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los 
muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es 
 aquel que no halle tropiezo en mí…” (Lucas 7:22,23). Esa Luz está entonces en tener 
comunión con la Verdad que somos, una verdad enredada en la mentira, porque 
 andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la Verdad. ¿Porque quién es 
 mentiroso ante la Luz? Quienes no aceptan estar equivocados ante ella, quienes 
nos engañamos, en tanto la Verdad no está en nosotros, porque no hemos reconocido 
el Origen del que venimos, en el que fuimos creados y hacia el que caminamos: 
Aquella luz verdadera,  que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo 
estaba, y el mundo por él fue hecho…”

Por esto, la mentira del hombre está cimentada en su mundo de ignorancia, al desconocer
¿Qué es el hombre? ¿Quién lo Creó? ¿Cuál es su razón de ser? “Mas a todos los que le 
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los 
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, 
sino de Dios…” Este es el principio inherente al Verbo de Vida, que los profetas de 
Luz anunciaron, para que el hombre tenga comunión verdadera con el Padre y el Hijo, 
Jesucristo, el Principio Ser del Hombre: “Y aquel  Verbo fue hecho carne, y habitó entre 
nosotros y vimos su gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad…”

Pero el Verbo, durante los tiempos de la tierra que pasaron, no fue reconocido en su 
naturaleza espiritual, fue desconocido por los humanos que desconocen, que antes de 
la existencia en esta tierra, la creación se hizo para ellos en Él, no se interesaron en 
contener lo que es propio; desde antes de Ser: “pero el mundo no le conoció. A los suyos 
vino, y no le recibieron…” entonces… para despertarles y devolverles su pertenencia, se 
 muestra ya en el tiempo que concluye, como Fuerza dentro de Sí: “Y en los postreros 
días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras 
hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños;
 y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de 
mi Espíritu, y profetizarán...” Establece su Voluntad como el Poder Interior que ve y
 siente la conexión, la unidad de la Ley con los Justos que buscan su Origen, y se 
despierta cuando el mundo donde el hombre creció, desaparece para siempre del 
horizonte del espíritu. Se muestra cuando se cumplen las señales del cierre de los 
tiempos, que nunca jamás volverán: Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo 
en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en 
sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare 
el nombre del Señor, será salvo.” (Hechos 2:17-21). 

Y el Verbo, siendo el Poder Absoluto en el cual se Creó el Todo, tiene la propiedad de 
hacerse carne como perfección, esto es en el Anciano de Días, como el Profeta Daniel 
7:9,10 conoció hace 2500 años en Babilonia: “Estuve mirando hasta que fueron puestos
 tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo
 de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego
 ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían,
 y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos…
Es desde el Juez que se manifiesta con todo su Poder y Gloria en el hijo del hombre,
 abre su consciencia -los libros abiertos- y levanta su espíritu para que no se pierda más, 
tenga Vida Eterna en quien conoce y vive en el Hijo Unigénito, el Verbo de Días -el 
Cristo siempre que está dentro de él como Juan 12:34.35 nos pauta para este momento:
“Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, 
 dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo 
del Hombre? Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad
 entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda 
en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que 
seáis hijos de luz.” Así nace y se forja Hijo del Hombre: en el crisol de vida del planeta 
y se templa en el fuego del Espíritu; es el que Daniel en ese tiempo identificó llegaría 
hoy frente al Anciano de Días: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes 
del cielo venía uno como un hijo de hombre –la manada pequeña-  que vino hasta el Anciano
 de Días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio -Verbo-, gloria y reino,
 para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio –Yo Soy- es 
dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.


 Este Hijo de la humanidad actual, es el que llega al perfeccionamiento de su espíritu por 
la Verdad Interior, quien da gracias al Verbo por conocer y vivir la santificación 
del Espíritu, esa Fuerza que el Evangelio y el Mensaje de Shielho le hacen 
alcanzar para unión con el Señor, el que Juan, el Apóstol, identifica en el 
Apocalipsis 1:10-17: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí 
detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa 
la Omega, el primero y el último. Su cabeza y sus cabellos eran blancos 
como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies 
semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como 
estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su 
boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol 
cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto 
a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: no temas; Yo 
Soy el primero y el último; y el que vivo,  y estuve muerto; mas he aquí 
que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la 
muerte y del Hades”. Señor que se hace presente en el final de los 
días; viene cuando el Hijo del Hombre está levantado, reconoce su
 Cristo Interior y se une a él derrotando para siempre las tinieblas, 
al Dragón como vio Daniel que sería hoy: “Y veía yo que este cuerno
-Salomón- hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta
 que vino el Anciano de Días –en Verbo Interior-, y se dio el juicio a 
los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el 
reino.” Porque el Anciano de Días ya en el final  de los días que 
son hoy, en este tiempo de juzgamiento y por culpa de quienes 
 adoran al dragón, está impedido de salvarlos; esto advirtió el 
Apocalipsis 9:20,21: Y los otros hombres que no fueron muertos con 
estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni 
dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de 
bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; 
y no se arrepintieron de sus homicidios, sus  hechicerías, su fornicación, ni 
de sus hurtos.”


No pueden ser salvados de la destrucción que ellos mismos eligieron, quienes rechacen
 el pan de vida final, quienes sigan a la sinagoga y su dragón Salomón: “Y Jesús les dijo:
 de cierto, de cierto os digo: no os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el
 verdadero pan del Shielho. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del Shielho y 
da vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan 
de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed 
jamás. Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo  que el Padre me 
da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del Shielho, 
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del 
Padre, el que me envió: que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite
 en el día  postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al 
Hijo, y cree en él, tenga Vida Eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:32-40.


Así, el Anciano de Días bajó a la tierra como Jesús, el pan del Shielho; vino a la 
humanidad y los suyos no le recibieron; le desconocieron, pero ahora que se acerca 
su Segunda Venida, es necesario que andéis llenos del conocimiento en toda 
sabiduría e  inteligencia espiritual, llevando fruto en toda buena obra, y 
creciendo en el  conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme 
a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando 
gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos; 
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y nos trasladó al reino  de 
su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de 
 pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda Creación. 
Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los Shielhos 
y la tierra, visibles e invisibles; sean Tronos, Dominios, Principados,  
Potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de 
todas las cosas, y todas en Él subsisten; y Él es la cabeza del cuerpo 
que es el Verbo Interior, el Principio Primogénito de entre los muertos, 
para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que 
en Él habitase toda plenitud, y por medio de Él reconciliar consigo todas 
las cosas, así las que están en la tierra como en los Shielhoshaciendo 
la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en 
otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas
 obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de 
la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante 
de Él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros 
de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual  se predica en toda
 la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro”
 (Colosenses 1).


Jesús es la puerta de las ovejas. Todos los que antes de él vinieron con sus religiones 
del Sinaí y sus creencias de Roma, ladrones y salteadores son; por esto no los oyeron 
las ovejas que conocen al Principio de la Creación, al Anciano de Días que dijo para hoy:
“Yo Soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 
Salomón el ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan 
vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida 
da por las ovejas y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me 
 conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo  otras ovejas 
que no son de este redil –en la Galaxia y el Universo-; aquellas también debo traer, y oirán 
mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida 
–muerte en la cruz judía-, para volverla a tomar –la resurrección en este Tercer Día-. Nadie 
me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder 
para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10).

Ahora Hijos del Hombre: recordad cuanto estuve con vosotros: “los once discípulos se 
fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y me acerqué y les hablé 
diciendo: “Toda potestad me es dada en el Shielho y en la tierra. Por tanto, id, y haced 
discípulos a todas las naciones,  bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del 
Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí 
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 29: 16-20).
  

Este es el mensaje que enviamos y anunciamos por vez final: Dios es luz y ningunas 
tinieblas hay en Él: ningún Orden Mundial o su tercer templo de Salomón; AHORA 
ESTOY CON VOSOTROS: Ha llegado el momento en que se rompen las barreras. 
No habrá una iglesia que impere, 
no habrá dos religiones que rivalicen, 
no habrá tres hombres que dominen, 
no habrá cuatro gobiernos que esclavicen, 
no habrá cinco dioses que dobleguen la dignidad de los hombres… 
Ya no habrá seis naciones que sometan la mente del hombre; 
ESTÁIS EN EL JUICIO FINAL.

                                              Plaza de San Pedro, Roma 18 de octubre del 2008
                                                                      EL PRINCIPIO DE LOS HOMBRES
  


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